A menudo, nuestra sociedad desprecia el valor de las personas mayores y las relega a un segundo plano una vez finalizan su etapa productiva, como si hubieran perdido todo su interés. Sin embargo, el paso del tiempo no siempre representa una pérdida de cualidades, sino que con frecuencia sirve para hacer brillar otras, como la prudencia, el juicio y la experiencia adquiridos con los años.
En este breve ensayo, de estilo diáfano y colmado de ejemplos enriquecedores, Teresa Pàmies cuestiona muchos tópicos sobre el envejecimiento, mientras huye tanto de la falaz idealización de la tercera edad como del fatalismo biológico, y desenmascara los falsos prejuicios con que tratamos a los ancianos.
Envejecer no es un proceso de degradación irreversible; es una aventura individual e intransferible para la que no hace falta tener espíritu aventurero, solo ganas de asumir el reto y mucha curiosidad por seguir aprendiendo de aquello que depara esta época de la vida.