Una persona fatalista piensa que no es posible luchar contra el destino, ya que éste es demasiado poderoso. La persona que adopta una actitud provisional, por su parte, opina que no es necesario organizar el futuro, pues nunca se sabe lo que va a suceder mañana. Actuar pensando en el porvenir, hacer planes, vivir sabiendo adonde va, todo esto le parece innecesario e ilógico, y sólo se preocupa de una cosa: de vivir al día.