Lidia Yuknavitch

Cierro los ojos. No soy Virginia Woolf. Pero hay un verso suyo que me reconforta: «Ordena todas las piezas que se crucen en tu camino».

No estoy sola. Pase lo que pase, la escritura estará conmigo.

sangraba, lloraba, meaba y vomitaba. Me transformé en agua.

difícil saber qué pensar de la vida cuando estás con el agua hasta el cuello.

. La verdad es que la narra

narración del embarazo es la que cada una quiera contar.

El lenguaje es una metáfora de la experiencia.

Una mañana, mi hermana me escuchó llorar en la ducha. Tiró de la cortina, me vio suje‍

sujetándome mi barriga vacía y desolada, y se metió conmigo para abrazarme, totalmente vestida. Creo que estuvimos así como veinte minutos.

Puede que sea lo más tierno que han hecho por mí en toda mi vida.

la típica estudiante de posgrado que se las daba de lista. Que si Sontag y Benjamin por aquí, que si Deleuze y Foucault por allá… Hablaba de Barbara Kruger y de Roland Barthes como si supiera lo que decía y… A quién coño le importa esta mierda.

Entonces no sabía que el deseo hace lo que le da la gana.