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José Emilio Pacheco

  • bonjourmipikikaje citiraoпрошле године
    Todo se olvida, ¿verdad, Nachita?, pero se olvida solo por un tiempo
  • Luis Joséje citiraoпрошле године
    autor no pronuncia sus propias palabras sino da únicamente su versión de lo que le contaron
  • Miguel Peraltaje citiraoпре 2 месеца
    Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo.
  • Miguel Peraltaje citiraoпре 2 месеца
    Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual.
  • Miguel Peraltaje citiraoпре 2 месеца
    Un día lo veré como la más remota prehistoria. Voy a conservarlo entero porque hoy me enamoré de Mariana.
  • Miguel Peraltaje citiraoпре 2 месеца
    Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo.
  • Miguel Peraltaje citiraoпре 2 месеца
    Somos puritito mediopelo, típica familia venida a menos de la colonia Roma: la esencial clase media mexicana. Allí está bien Carlos. Su escuela es nuestro nivel. ¿Adonde va usted a meterlo?
  • Miguel Peraltaje citiraoпре 2 месеца
    Y por eso, no cesaba de repetirlo mi madre, estábamos en la maldita ciudad de México. Lugar infame, Sodoma y Gomorra en espera de la lluvia de fuego, infierno donde sucedían monstruosidades nunca vistas en Guadalajara como el crimen que yo acababa de cometer. Siniestro Distrito Federal en que padecíamos revueltos con gente de lo peor. El contagio, el mal ejemplo. Dime con quién andas y te diré quién eres. Cómo es posible, repetía, que en una escuela que se supone decente acepten al bastardo (¿qué es bastardo?), o mejor dicho al máncer de una mujer pública. Porque en realidad no se sabe quién habrá sido el padre entre todos los clientes de esa ramera pervertidora de menores.
  • Miguel Peraltaje citiraoпре 2 месеца
    Pero en aquella época: sirvientas que huían porque "el joven" trataba de violarlas (guiado por la divisa de su pandilla: "Carne de gata, buena y barata"
  • Miguel Peraltaje citiraoпре 2 месеца
    Así pues, estaba solo, nadie podía ayudarme. El mismo Héctor consideraba todo una travesura, algo divertido, un vidrio roto por un pelotazo. Ni mis padres ni mis hermanos ni Mondragón ni el padre Ferrán ni los autores de los tests se daban cuenta de nada. Me juzgaban según leyes en las que no cabían mis actos.
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