El amor era una cosa bastante terrible, decidí a la mañana siguiente, recordando las corrientes ocultas de la noche anterior. No era quizá mi sueño dorado. Más me valdría no ver demasiado a los Napier y su perturbadora forma de vida, y frecuentar únicamente a personas como Julian, su hermana Winifred y Dora Caldicote, de quien había recibido carta esa mañana