Cuando sobreviene una catástrofe, la conmoción vuelve caritativas a las personas que se hallan cerca. Parece como si los hombres supieran que las catástrofes duran poco. Los vecinos de una catástrofe crónica, sin embargo, son tan escasamente capaces de soportarla que tanto ésta como sus víctimas poco a poco llegan a resultarles indiferentes, cuando no molestas.