Espera, cari...
Llamar al doctor Fell a su habitación del motel. Sin que importe la hora de la noche. El doctor Fell, sonriendo, con su maletín médico de urgencias.
Un paisaje rojo desierto. Por el día, una foto velada. Por la noche, un cielo tachonado de luces como gritos lejanos. No sólo obligan a apartar los ojos, sino a apretar las manos contra los oídos.
Lo que ocurría en Arizona, en los exteriores de Bus Stop, lo que había ocurrido en Los Ángeles, lo que ella no podía contar a su amante era una extrañeza demasiado elusiva para
Cambios de escenario