Por encima del aullido de las ambulancias,
la campana que anuncia
al camión de la basura, el rechinido
de motores y el silbato del afilador,
cantan los pájaros.
Gritan los pájaros. Al igual que nosotros,
han aprendido que de lunes a viernes
hacen falta 70 decibelios
de garganta para ahuyentar
a otros machos buscapleitos, 70
decibelios para conseguir
una cita con la pájara
del árbol vecino.
Sólo sábados y domingos, días
en que el ruido duerme hasta tarde,
cantan un poco menos,
por lo bajo,
para curarse la ronquera.
Los pájaros de la ciudad
tienen un horario de oficina.