Querida niña, ¿no tienes miedo? ¿Por qué,
y con qué sueñas? Has venido, ciertamente, de
mares muy lejanos; ¿no eres una maravilla para
los árboles de ese jardín? Extraña es tu palidez,
extraño tu vestido, extraña sobre todo, la
longitud de tus cabellos, y todo este silencio
solemne.