Begoña Huertas

No paraba de llover y no supe si era un verano anómalo o si el otoño daba paso al invierno.

–Después de todo, lo extraño, qué digo lo extraño, lo imposible es la permanencia de eso que llamamos estar sano. Los desajustes son un estado natural, tampoco hay que darle mayor importancia. El universo es cambiante y la enfermedad no es sino una inestabilidad más. –Nos sentamos–. Lo imposible desde luego es permanecer sano eternamente.

Identidad viene de idem, que quiere decir «lo mismo». ¿Lo mismo que qué? ¿Lo mismo a través del tiempo? Nuestro cuerpo es sucesivo como lo son nuestros pensamientos. Me aferro desesperadamente a aquello que queda, la forma de unos dedos, de un diente, ciertas tendencias del carácter, y existo como construcción ilusoria. No soy más que una idea necesaria para funcionar. La memoria es el hilo que me cose.

Hay que tener seguridad para ser alguien. A tener deseos propios también se aprende, también se enseña.

¿La mayor conciencia de uno mismo supone un progreso? Porque no estoy segura. Cuando hablo tanto de mí siento que se me sale el yo por todos lados, que se desborda, y me harta. Y también me hartan los yoes que rebosan en la gente que me rodea. Hay un exceso de expresiones del yo.

La vida empuja en la misma medida que la muerte arrastra.

Debería escribir como si tocara el piano. No hay nada que entender en una melodía. ¿Por qué me cuesta tanto romper la lógica, el pensamiento discursivo, la frase?

Porque aunque yo transija, al fin, y acepte lo oscuro, no me siento cómoda transmitiendo esa oscuridad a mi alrededor.

Después de todo, quiero hacerme entender.

Esa manía, a lo mejor, soy yo

Vivir es negociar con tu entorno

Con el tiempo he llegado a la conclusión de que dos cosas merecen la pena en este mundo: el impulso creativo y el amor, si es que no son la misma. Modelar, inventar, llevar a cabo un plan, esa intencionalidad de crear. Ambas requieren una fuerza que no procede de la voluntad, una fuerza que no se construye con empeño intelectual porque es algo material, que sale del cuerpo, que se produce en el cuerpo

La carne será débil, pero es el espíritu el primero que se va por el desagüe en cuanto el cuerpo enferma, se escurre como un hilillo exiguo

Muchas veces uno no sabe qué quiere. Por suerte, es mucho más fácil saber lo que no se quiere y entonces se avanza, inevitablemente, aunque sea a ciegas. No ir por ciertos caminos te lleva sin darte cuenta a crear uno propio. En otras ocasiones ni siquiera eso se sabe.