Aunque la visibilización del gótico se dio de una manera muy amplia —primero, en la arquitectura y, luego, en la literatura— y permeó diferentes esferas sociales, la recepción de sus modelos durante el siglo XVIII fue ambivalente, como afirma Miles:
en efecto, los significados positivos e idealizados del gótico se canalizaron hacia la hidalgía y la arquitectura, mientras que los negativos se vertieron en la novela gótica, de modo que pronto ganó una reputación muy parecida a la de Lord Byron, de ser loco, malo y peligroso de leer. (17; traducción del autor)