Ursula Fortiz

El sueño es el sustituto frecuente de lo inconfesable. En muchos casos, es la expresión disfrazada de un deseo reprimido

«Todos los hombres son iguales, pero algunos más que otros».

Para Freud, el sueño es significante. Para Jung, es significante y símbolo. Freud se dirige al hombre enfermo. Jung se dirige a la sociedad enferma

para escribir un libro sobre un tema que a uno le interesa hace falta leer muchos otros

Un individuo desprovisto de estos cinco sentidos estaría en estado vegetativo. Así pues, podemos admitir que en la inteligencia no hay más que lo que aportan los sentidos. Demostrar que el conocimiento puede mostrarse al espíritu mediante otras maneras distintas prueba la existencia de otros sentidos, de un sexto sentido.

Esto podría ser una definición de sexto sentido: la capacidad de comunicarse con quien toma las decisiones.

sexto sentido interroga, fascina. ¿Es el de la precognición? ¿Es el de la conjunción azar-realidad? ¿Es una manera de nuestro subconsciente de revelarnos nuestros verdaderos deseos? ¿Es una derivación de la telepatía? Estas y otras cuestiones, así como los detalles que se derivan

Estamos cercados por los olores, a menudo desagradables, con que nos rodea la ciudad, tan poderosos que encierran en una nube estéril los raros perfumes que todavía flotan en el aire del atardecer.

Una persona es en sí misma un mundo, un ego. Se podría llamar a eso un mundo interno. En nuestro planeta conviven varios millones de mundos internos y el conjunto representa para cada uno el mundo externo, es decir, el otro, el alter.

En el primer caso la relación es altruista porque se fundamenta en el reconocimiento del otro, lo cual permite su conocimiento y, por ende, un estado de equilibrio. Es patente en este caso que la persona acepta considerarse como una parcela del mundo, es decir, poca cosa.