Se aferra a la vida
Me gusta cómo se contrapone, porque las personas normalmente sienten un cariño innato a los bebés. Representan la pureza, inocencia y dulzura. Además, el olor es una de las cosas que más importan en nuestra vida diaria, y el olor que emanan los bebés, o productos dirigidos a ellos, generan un sentimiento de dulzura y cariño. Así que el hecho de que Jean-Baptiste no desprenda ningún olor, es cómo estar en la nada, ante algo que no comprendes, y por tanto empiezas a tener y despreciar, porque no hay un olor con el que se pueda establecer una conexión, así que sólo puede ser visto cómo inhumano.
Me encantó esta oración. Porque refleja muy bien lo que las personas sienten y sentirán con Jean-Baptiste.
Las personas no pueden conectar con él, porque no revela nada de sí mismo. Ni de algo tan primario cómo el olor, hasta algo más extenso cómo quién es. Sin embargo, él puede oler a los otros a profundidad, sentirlos y ver quiénes son. La vida de nosotros está guiada por los aromas, ya sea por el olor que desprendes naturalmente, que está influido por hábitos alimenticios, o el aroma de los productos de limpieza.
Alguien que huele bien, nos inspira confianza, nos parece atractivo y agradable. Alguien con un olor desagradable, asqueroso o muy fuerte, nos resulta molesto, y no soportamos estar al lado suyo, ni tampoco podemos evitar hablar mal de ellos, criticar. Pero alguien que no huela a nada, es alguien desconocido, alguien que influye miedo, porque no los sientes, es invincible, cómo si en primer lugar no existiera, o su existencia resulta tan desconocida que es inquietante.
Primero, un dato que quizá no sabes: se trata de un monólogo teatral que el autor escribió en 1980, y que se estrenó en Múnich en 1981, pero que no se publicó como libro hasta 1984.
"Prescinda del bajo y reinará la más absoluta confusión babilónica de lenguas, una Sodoma donde nadie sabe ya por qué hace música."
El instrumento, que es a un tiempo orgullo y condena del músico, posee la rara virtud de encarnar en una particularidad obsesiva las paradojas y dobles fondos de la vida, aunando el análisis social, la comedia bufa y lo costumbrista, en un arco muy tenso que sigue con un rotundo monólogo las vibraciones del concierto humano.
Es un libro intenso, un relato demasiado íntimo y deslumbrante, de un conocimiento musical basto y una complejidad brutal, la obra se desarrolla en la habitación insonorizada de un funcionario de la Orquesta Nacional, y durante todo el monólogo, el contrabajista mantiene una relación ambivalente con su instrumento y con lo que significa, para mi como bajista, ha sido un relato crudo, que duele, pero que también encumbra la maravilla de sonar 4 cuerdas y llevar el corazón de la música en cada sonido.
La inventiva de Süskind en su esplendor, su frío y lúcido sentido del humor corrosivo y su capacidad de poner al descubierto el envés alucinante de la existencia cotidiana obtienen en "El contrabajo" una pequeña y sorprendente obra maestra de concisión y síntesis.
Me encantó, muy bien narrado, espléndida historia
Genial