Melancólico y cruelmente real, con una literatura abrumadoramente sencilla pero fuerte y pesada con la conjunción de pocas palabras. Buena muestra de lo que pueden ocasionar los actos de odio y coraje en otras personas, siempre hay dos caminos, te rompes y así sigues o te pegas a través de encontrarle sentido a la grieta.
Este es un libro corto que invita a ser leído rápido y fluído, a menos que te claves en ciertas partes que parecen escritas para abrir la llave de los fantasmas que muchas tenemos guardados y que no siempre hacen una aparición completa. Es un libro para exorcisar el dolor que emana de relaciones familiares extremadamente complejas y violentas, escrito de la forma más bella posible, una historia que tal vez no hemos vivido con esa intensidad, pero que podremos comprender perfectamente. Todos tenemos fotografías que sí las miramos detenidamente, dicen mucho más que la imagen, que ese momento congelado en el tiempo, momentos felices que tienen tras de si llanto, exigencias y a veces diferentes grados de violencia, de eso parte esta historia.
Cómo dije al principio, se puede leer rápido y fluído, pero a mí me llevó tiempo digerir algunas partes y sobre todo la primera mitad la leí en porcentajes pequeños. Pero definitivamente si creo que es una historia que le recomendaría a todo el mundo, con la advertencia del tema de maltrato infantil y salud mental. Creo que es justamente por su acercamiento a estos temas y la forma en que está escrito, por lo que considero que todas las personas posibles deberían leerla.
Esta es la segunda vez que leo el libro y me pareció incluso más hermoso que la primera vez. Tuve la oportunidad de leerlo en un círculo de lectura y a todas nos encantó: 5/5⭐️. A través de una narración juvenil y honesta, nos adentramos a una historia profunda, conmovedora y confrontativa que explora una relación abuela-madre-hija marcada por los secretos, el tiempo y la enfermedad. Es un libro que recomendaría a todos.