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Lorenzo F. Díaz

  • b9183049347je citiralaпре 2 године
    Quería conocer a esa persona del otro lado del buzón que sabía que la luz ordinaria se ve refractada por prismas microscópicos en las plumas de los colibríes y crea la iridiscencia de su cuello rojidorado.
  • Itzel Sotoje citiraoпрошле године
    hasta donde cantan los cangrejos
  • Natalia sanhuezaje citiraoпре 2 године
    Otras mañanas mamá hablaba de cosas de adultos que Kya no entendía, pero pensaba que las palabras de mamá necesitaban llegar a alguna parte, así
  • Natalia sanhuezaje citiraoпре 2 године
    las absorbía por la piel mientras echaba más leña en el horno. Y asentía, como si la entendiera.
  • Natalia sanhuezaje citiraoпре 2 године
    Kya regresó a los escalones del porche y esperó un largo rato, pero no lloró al contemplar el final del camino. Su rostro permaneció inmóvil, sus labios eran una fina línea bajo unos ojos escrutadores. Mamá no volvió ese día.
  • Natalia sanhuezaje citiraoпре 2 године
    Durante un rato estuvo tan tensa que no podía ni tragar, pero, entonces, la noche se llenó del canto familiar de las ranas arborícolas y las cigarras periódicas. Más consoladores que tres ratones ciegos con un cuchillo de carnicero. La oscuridad tenía un olor dulzón, el aliento terroso de ranas y salamandras que habían conseguido llegar al final de otro día de apestoso calor. La marisma se acurrucaba en ella misma con la neblina, y se durmió.
  • Natalia sanhuezaje citiraoпре 2 године
    pongas en medio, no dejes que te vea, huye de las manchas de sol a las sombras. Despertaba y salía de la casa antes de que él se levantara, vivía en el bosque y en el agua y volvía a la casa sin hacer ruido para dormir en su colchón del porche, lo más cerca posible de la marisma.
  • Natalia sanhuezaje citiraoпре 2 године
    los días siguientes, Kya aprendió de los errores de los demás, y quizá incluso más de los piscardos, cómo vivir con él. No te
  • Natalia sanhuezaje citiraoпре 2 године
    Papá y ella bailaban así, viviendo separados en la misma cabaña, a veces sin verse durante el día. Sin hablarse casi nunca. Limpiaba lo que manchaba tanto ella como él, como una mujercita muy seria. Aún no sabía cocinar lo bastante para hacerle la comida y, de todos modos, no estaba nunca, pero hacía la comida, recogía lo que tiraba, barría y lavaba los platos la mayoría de las veces. No porque se lo hubieran mandado, sino porque era la única manera de mantener la cabaña decente para cuando volviera mamá.
  • Natalia sanhuezaje citiraoпре 2 године
    Mamá siempre decía que la luna de otoño salía el cumpleaños de Kya. Así que, pese a no recordar su fecha de nacimiento, una noche de luna llena y dorada sobre la laguna Kya se dijo: «Creo que tengo siete años». Papá no lo mencionó y, desde luego, no hubo tarta. Tampoco dijo nada sobre ir a la escuela y ella, puesto que no sabía gran cosa del asunto, tenía miedo a sacar el tema.
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