Federico Navarrete

Todos llegaban a los cincuenta y dos años, que es la edad de los ancianos

Tú eres diferente, Cuetzpalómitl —me respondió el anciano—. Tú no naciste en un signo de guerra. Naciste el día de la lagartija, por eso te llamas así, huesos de lagartija, y por eso eres como eres, flaco pero duro y nervudo. Tú vas a sobrevivir, vas a llegar a viejo. No importará lo que te pase: vas a caer y a levantarte como una lagartija que cae de lo alto de un muro y sale corriendo

por el piso como si no le hubiera pasado nada. Y vas a prosperar también. No pasarás hambre porque las lagartijas siempre encuentran alimento

los hombres nunca olvidemos que nada en esta tierra dura para siempre, que el destino nos alcanza a todos.

utilizaban la palabra “indio” como un insulto, lo que implica que la dimensión racial tenía un peso particular en su imaginario, o más bien en la total falta de imaginación con que regurgitaban los prejuicios sociales, pese a la educación marxista y activa que recibían.

A la fecha el folclore mexicano está lleno de expresiones que atribuyen a las personas originarias de China todo tipo de defectos, como la mala voluntad y la torpeza: se dice “Cobrarse a lo chino” y se habla de “cuentos chinos”, pero también “Me engañaron como chino”. El diminutivo “chinito” es un ejemplo más de nuestra condescendencia agresiva.

La incapacidad y la falta de voluntad de las instituciones culturales para generar alternativas han permitido que esta ideología, si la podemos llamar así, se haya convertido en la representación dominante de cómo se debe ser y pensar, desear y vivir en nuestro empobrecido siglo XXI.

Limitada a esta fantasía, tan racista como banal, la televisión no tiene razones para construir imágenes positivas de los diferentes grupos humanos que viven en México: los mestizos son reducidos a “nacos”; los indios, caricaturizados en personajes como Madaleno y la India María; los negros deben sentirse agradecidos por aparecer en la caricatura de Memín Pinguín

a los santuarios del sombrío Machimón, patrono de las empresas turbias

La palabra, como zambo, lobo, coyote o mulato, se usaba en esos tiempos para referirse a las personas de extracción africana,