Manuel Ángel Chica Benayas

  • Dianela Villicaña Denaje citiralaпре 17 дана
    La guerra, que duró ocho años insoportablemente largos, reunió una importante cosecha de almas en pena por todo el mundo. Pero después comenzó a apagarse y retrocedió, aullando y cojeando, mientras se lamía las patas ensangrentadas. El combustible, como antes, no era suficiente, pero la vida empezó a mejorar poco a poco, y, como con un chasquido, volvió a la normalidad. Aunque, por alguna razón, estos cambios no afectaron a Marán. Nadie se acordaba del pueblo ni tenía intención de hacerlo. El único coche que llegaba era la ambulancia, y para que lo hiciera había que enviar un telegrama, porque Marán no tenía otro contacto con el mundo exterior. Estaba claro que hacía mucho que en el valle habían dejado de la mano de Dios a ese puñado de ancianos obstinados que, en su momento, se negaron a bajar desde la cima del Mánish-kar hasta las tierras bajas.
  • Dianela Villicaña Denaje citiralaпре 8 дана
    La lluvia caía como si pudiera lavar todas las penas. Le acariciaba el pelo, le abrazaba los hombros, le hacía cosquillas en la nuca. Anatolia volvió el rostro hacia ella, pero no cerró los ojos para no dejar de ver a su padre. Se puso muy contenta cuando descubrió que su padre había acertado exactamente la hora de ponerse a trabajar, porque es más fácil segar la hierba cuando llueve.
  • Dianela Villicaña Denaje citiralaпре 6 дана
    Pues si ya lo sabes… Mira cómo vivimos nosotros. A la espera de la muerte. Entre un entierro y otro. ¿Qué nos queda? Ni alegría ni esperanza. Entonces ¿por qué dejar pasar la oportunidad de hacer a alguien un poco más feliz? Si no piensas en ti, por lo menos piensa en él.
  • Dianela Villicaña Denaje citiralaјуче
    En cuanto se le desvaneció la primera alegría, un miedo persistente y tenebroso se apoderó de su alma. Anatolia y él ya no eran jóvenes y pronto abandonarían este mundo. ¿A quién le dejarían el bebé? Además, Marán no era el lugar más adecuado para que creciera, pues el pequeño necesitaría muchas cosas: una escuela, juegos, otros niños… ¿Cómo iba a vivir allí, en medio de unos viejos a los que vería partir uno por uno al otro mundo?
  • Dianela Villicaña Denaje citiralaјуче
    Pero ¡si no ve más allá de sus Sagradas Escrituras! Y ofrece consuelo de una forma que dan ganas de encerrarlo en el sótano y enterrar la llave para que no salga —protestó Mamikón.
    —¡Eres un idiota! —el sacerdote le enseñó los dientes—. Vasó, te lo voy a explicar con palabras sencillas —Mamikón le dio la espalda—. Si yo estuviera en tu misma situación, tampoco estaría tranquilo, sinceramente. Pero eso significa ser un hombre, dudar y no retroceder. ¿Tengo o no tengo razón?
  • Grisje citiralaпре 6 месеци
    Anatolia era la menor de las tres hijas de Kapitón Sevoiants y la única de toda su familia que consiguió llegar a una edad avanzada. Tanto es así que en febrero celebró su cincuenta y ocho cumpleaños, una edad sin precedentes para sus familiares
  • Grisje citiralaпре 6 месеци
    día siguiente le dio a Kapitón una hija, a la que llamaron Nazelí. Dos años después nació Salomé, y año y medio más tarde, la menor, Anatolia.
  • Nast Huertaje citiraoпрошле године
    Voske brillaba y centelleaba en sus brazos como una piedra preciosa. Caldeaba y llenaba de sentido todo lo que la rodeaba y, desde entonces y para siempre, se convirtió en lo más querido que había y que tendría en su vida.
  • Nast Huertaje citiraoпрошле године
    La furgoneta del correo, resoplando con fuerza, subía la ladera del Mánish-kar cinco veces a la semana y traía montones de periódicos que olían a tinta de imprenta. Ovanés leía cada página de arriba abajo. Los titulares eran todos grandilocuentes, pero estaban vacíos de contenido. Eso reforzaba su opinión de que cualquier palabra impresa no significaba nada en comparación con la hablada.
  • Nast Huertaje citiraoпрошле године
    Al principio nos prometió dinero, pero no tuvo tiempo de dárnoslo. Huyó de los bolcheviques hacia el sur y desde allí, según dicen, cruzó el mar hacia el oeste. Tras el derrocamiento del zar, la hacienda fue saqueada y mi madre con sus hijos no tuvo más remedio que mudarse a una casa sin terminar en la ladera occidental del Mánish-kar.

    primera aparición del mundo exterior

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