He aquí, pues, una sencilla versión de dicha práctica: interrumpe toda actividad dos veces al día durante cinco minutos, una después del almuerzo y otra al final del día. Pero en serio: nada de música, de redes sociales, de televisión o de llamadas telefónicas durante esas dos pausas de cinco minutos. Respira profundamente varias veces, o di una oración, para tranquilizar y aclarar tu mente. A continuación, haz sucesivamente estas tres cosas:
1. Recuerda por qué te sientes agradecido.
2. «Amplía tu horizonte». Es decir, no te centres en lo inmediato, en el próximo e-mail que tienes que responder o en el próximo recado que tienes que hacer. En lugar de ello, céntrate en el panorama general. Rememora lo que básicamente te importa, tu razón de ser o tus objetivos más importantes para este año. Luego…
3. … revive las últimas horas. ¿Qué ha ocurrido en tu interior? ¿Qué puedes aprender de esas últimas horas que podría serte de utilidad para las horas que vienen a continuación? Por ejemplo, si has estado disgustado o molesto toda la mañana, ¿a qué se ha debido? Si has tratado mal a un colega o a tu esposa y piensas que deberías reparar el daño, decide hacerlo.