Además, si podemos integrar las diferentes explicaciones teóricas y ver que las manifestaciones físicas, emocionales y conductuales son estrategias de adaptación o de gestión del malestar inicial, o de intento de protección y supervivencia ante el hecho amenazante, podemos entender que esas mismas reacciones también se vayan aposentando y enraizando, mutando a veces en patrones de conducta más complejos o en formas de comportamiento más o menos disfuncionales.