rosarios—sesenta cuentas el cristiano, noventa y nueve el musulmán—todos evocan un retorno al sí mismo y aluden al misterio de la identidad, misterio que, por otra parte, la rosa ejemplifica, entre todas las flores, de manera soberbia, por cuanto señala un espinoso camino cuya culminación es la apertura del alma. En efecto, la rosa es un símil de la psique, de sus inflorescencias y posibilidades aromáticas, de su belleza y secretos.