El pecho le dolía, como si se lo hubieran abierto para cogerle el corazón. ¡Sentía allí un hueco horrible, un vacío real que sólo podría colmarse con el corazón de la otra! Eso son cosas de una psicología particular que, al parecer, sólo pueden comprender los que han sido heridos, por el amor, con ese golpe extraño llamado, en el lenguaje corriente, «un flechazo».