—¡Tus ojos están lloviendo, Lobito! —me dijo muy sorprendido, y es momento de confesar que mi nombre también es una tontería, por eso obligo a toda la gente a que me diga Lobo, que provoca miedo, respeto y una pizca de envidia. Es un gran nombre el que me puse, lástima que solo Tomatías me decía así. Ahora que se murió, ya ni nombre tengo.