Es tan formidable el tedio, tan soberano el horror de estar vivo, que no concibo nada que pueda servirme de alivio, de antídoto, de bálsamo u olvido. Me horroriza dormir como cualquier otra cosa. Morir me horroriza igualmente. Andar y detenerme son la misma cosa imposible. Esperar y descreer son iguales en el frío y en la ceniza. Soy una repisa de botellas vacías.