Roberto Bravo de la Varga

  • Diana Riveraje citiralaпрошле године
    Aislados del mundo y volcados sobre sí mismos, llegan a perder el contacto con la realidad, los sentidos se alimentan de impresiones insignificantes, acontecimientos intranscendentes de los que esta indolente comunidad no podría prescindir; llegados a ese punto, la constante agitación y la pérdida de los vínculos que les unen con los demás hombres degeneran rápidamente en un enconado odio hacia sí mismos.
  • Diana Riveraje citiralaпре 10 месеци
    El miedo es peor que el castigo, porque éste es algo determinado y, por severo que sea, no se puede comparar con el temor que despierta en nosotros lo incierto, una tensión espantosa, que no conoce límite.
  • Adal Cortezje citiraoпре 8 дана
    Hace mucho que el libro se ha convertido en algo natural, en un objeto cotidiano cuyas maravillosas cualidades no despiertan ni nuestro asombro ni nuestra gratitud. Del mismo modo que no somos conscientes del oxígeno que introducimos en nuestro organismo cada vez que respiramos ni de los misteriosos procesos químicos con los que nuestra sangre aprovecha este invisible alimento, tampoco advertimos la materia espiritual que absorben nuestros ojos y que nutre (o debilita) nuestro intelecto continuamente.
  • Adal Cortezje citiraoпре 8 дана
    El movimiento que apreciamos en la tierra se apoya esencialmente en dos invenciones del espíritu humano: el movimiento en el espacio se basa en la invención de la rueda, que gira vertiginosamente alrededor de su eje, y el movimiento intelectual guarda una relación directa con el descubrimiento de la escritura.
  • Adal Cortezje citiraoпре 7 дана
    El poeta renace, se reinventa, y la música que resuena en su interior se transforma con él; su sangre hierve y, al enfriarse, destila poemas que desprenden un aroma distinto, en el que, sin embargo, se puede reconocer el antiguo, el de siempre. Como él mismo decía: «Me divido, queridos míos, pero sigo siendo único».
  • Adal Cortezje citiraoпре 9 сати
    Las leyes de la física coinciden en buena medida con las de la literatura. Cuando nos situamos demasiado cerca de un objeto, éste ocupa todo nuestro campo de visión, perdemos la perspectiva y ni siquiera nos damos cuenta de lo que tenemos delante. En lugar de apartar la mirada, nos acostumbramos a que nuestros ojos se fijen en un solo punto. Por eso, cuando alguien nos hace comprender lo que nos pasa, tenemos la sensación de estar realizando todo un descubrimiento, como si por primera vez hubieran puesto a nuestro alcance algo remoto, de cuya existencia ni siquiera sabíamos. La literatura responde a estas mismas leyes naturales.
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