Erik Erikson y Jean Piaget, dos pioneros de la psicología infantil, sostenían que hay etapas cruciales en el desarrollo del niño, y que cada etapa se basa en la anterior. Si Peter había estado aislado desde antes de los dos años hasta los cinco, es indudable que después tuvo que costarle mucho salvar ese lapso. No había vivido las primeras etapas: la etapa del apego, de la vinculación afectiva, del desarrollo del lenguaje, entre otras. De niños, todos tenemos lo que se denomina «ventanas de oportunidad» para aprender habilidades concretas, y esas ventanas se corresponden con periodos temporales precisos de nuestro desarrollo mental; de forma gradual, esas ventanas se cierran. Si un niño se salta cronológicamente una etapa, puede tener grandes dificultades para compensarla. Por ejemplo, los niños que han estado aislados por completo no suelen ser capaces de compensar el déficit lingüístico.