pesado, o fatigado, en los gritos y en el alboroto, en los carruajes, en los automóviles, en los autobuses, en las camionetas, en los hombres-anuncio que se arrastraban balanceándose, en las bandas de música, en los organillos, en el regocijo y en el tintineo, y en el extraño canto de un aeroplano allá en lo alto, estaba lo que ella amaba: la vida, Londres, ese momento de junio.