Luis E. Íñigo Fernández

José Luis Ibáñez Salas

Director de la colección Breve Historia

posee un cerebro cuyo volumen medio es de mil trescientos cincuenta centímetros

La apariencia que ofrecía el mundo occidental a los ojos de cualquier observador a finales de 1914 había de ser magnífica. Poderoso como nunca y muy seguro de sí mismo, Occidente dominaba el mundo y parecía hallarse en la plenitud de su desenvolvimiento histórico. La Revolución Industrial le había conferido una superioridad tecnológica, económica y militar que ninguna civilización había disfrutado jamás; sus lenguas y sus credos eran ahora los del mundo; su civilización, la que parecía portar la antorcha del progreso de la humanidad entera.