Lina María Parra Ochoa

Lo sé como se saben las cosas verdaderas, con el vientre.

«La escribiré con sangre
con tinta sangre del corazón».

Pero Soledad no encontraba el silencio. Se preguntó si sería siquiera posible que hubiera silencio cuando el mundo entero se movía y el movimiento hacía ruido. Se durmió tratando de imaginar un lugar, un momento de silencio verdadero.

No hay agua que salve esta casa.

porque no tenía otra opción, respirando sin darse cuenta, caminando lento porque no sabía muy bien a dónde iba y no quería realmente llegar a ningún lado

porque no tenía otra opción, respirando sin darse cuenta, caminando lento porque no sabía muy bien a dónde iba y no quería realmente llegar a ningún lado.

nada, solo la casa vacía y oscura y ajena. Solo el enrarecimiento del ambiente que se aloja entre mis paredes y esa sensación tangible de que algo me sigue, algo que camina y se arrastra y se aferra a las esquinas. Cuando vuelvo a mi cuarto, lo

El trabajo de toda una vida de selección y lectura. En el olvido. Me vuelve la tristeza del día en que nos despedimos el papá y yo, porque ahora es como si me despidiera de los libros y también

Luego nos quedamos calladas, escuchando el ruido de ollas que hace la mamá en la cocina y, de vez en cuando, la tos mía que no se quita

Cuando Soledad entró a quinto de primaria, le tocó Ana Gregoria de maestra. Pero la niña la conoció realmente unos días después, cuando la mujer le pegó cinco reglazos en las palmas de las manos pa que dejes de ser tan prepotente, niña Chepa.