A primera hora del 21 de marzo, la policía local apareció en la puerta de la casa de campo de Adolf Amster con la Guardia Hlinka. Que llamaran a la puerta tan pronto por la mañana significaba solo una cosa. La madre de Magda corrió al dormitorio de su hija y la llevó a «un escondite debajo del tejado» de su amplia vivienda.