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La economía de Dios en la tierra se dispuso como una «cadena del ser»
Tomás de Aquino creía que el mayor pecado económico era la usura:
El mal no reside en lo que nos sucede sino en nuestra incapacidad para soportarlo con entereza. Aquí está nuestra fortuna (IV.49) y nuestra humanidad. Los males son sólo aparentes, relativos a nuestra percepción, pues el mal absoluto, metafísico, no existe, no tiene
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