Si creamos nuestros personajes, si los diseñamos a partir de unos pocos detalles físicos, algunos datos biográficos, un toque de estilo: ¿cómo explicamos los duendes parlantes de Martin McDonagh? Y ¿no es eso lo que todos los escritores esperan, la encarnación completa de sus personajes en su imaginación, como si tuvieran voluntad, independencia: una vida propia?