porque, todas las tardes, cuando su padre regresaba de la vaquería, contaba a Margie hasta el último detalle de su jornada, y los dos se reían en el sofá mientras él le explicaba que el tonto de Daly había dejado media docena de lecheras en el patio sin ponerles la tapa y los pájaros habían estropeado la leche. O que Petey Staples se había encarado con el jefe y éste le había dicho que, si seguía quejándose, tendría que buscarse otro empleo donde aguantaran esas sandeces. O que el Señor Asquith había hecho más caca que en toda su vida delante de la casa número cuatro de la señora Fairfax, que, según decía ella, era una descendiente directa del último rey Plantagenet de Inglaterra y merecía estar en un sitio mejor que Damley Road.