Retazos de una errancia prostibular por callejones sin nombre, por calles sucias arrastrando su entumida «vereda tropical». Su son maraco al vaivén de la noche, al vergazo oportuno de algún ebrio pareja de su baile, sustento de su destino por algunas horas, por algunas monedas, por compartir ese frío huacho a toda cacha caliente.