Así es la naturaleza, desorganizada según los estándares del ojo humano occidental, inhóspita, llena de todo tipo de insectos, que revolotean alrededor de uno y de animales que uno podría temer como los alacranes o las serpientes de cascabel. Para una mente cargada de una educación occidental donde el orden impera, en este lugar la naturaleza es sinónimo de desorganización