Jesús Zulaika Goicoechea

Escribo para llegar a ti –aunque cada palabra que escribo sea una palabra más lejos de donde estás

Es en momentos así, cerca de ti, cuando envidio a las palabras por hacer lo que nosotros nunca podremos: decirlo todo sobre sí mismas simplemente quedándose quietas, simplemente siendo. Imagino que podría tenderme a tu lado y todo mi cuerpo, todas mis células, irradiarían un significado claro y singular, no tanto el de un escritor como el de una palabra apretada contra el lecho, a tu lado

Si fueras un dios, te darías cuenta de que te miran fijamente desde abajo

Porque la libertad, me han dicho, no es más que la distancia entre el cazador y su presa.

Recuerda: las normas, como las calles, solo pueden llevarte a sitios conocidos.

Que la lectura es un privilegio que me pudiste brindar con lo que tú perdiste. Sé que crees en la reencarnación. Yo no sé si creo o no, pero espero que sea cierta. Porque entonces tal vez vuelvas aquí la próxima vez que vivas. Tal vez seas una chica y tal vez vuelvas a llamarte Rosa. Y tengas un cuarto lleno de libros y unos padres que te leerán cuentos antes de dormir en un país intocado por la guerra. Tal vez entonces, en esa vida y ese futuro, encuentres este libro y sabrás lo que fue de nosotros. Y me recordarás. Tal vez.

Cogió el bolígrafo y escribió: Mahatma Gandhi solía dormir con sus sobrinas nietas, una a cada lado, para poner a prueba su voto de castidad; es decir, los santos son siempre fanáticos.

«En aquella tierra, el magno experimento de cómo acometer la construcción de una sociedad sobre una base nueva habría de recaer sobre hombres civilizados, y era ahí, por primera vez, donde teorías desconocidas o consideradas inviables hasta entonces habrían de brindar un espectáculo para el que el mundo no había sido preparado por la historia del pasado.»

La aventura estaba a punto de empezar. A mi lado estaba mi futuro, estaba seguro de ello. El desequilibrio de nuestros sentimientos mutuos acabaría por corregirse. Éramos, sencillamente, la encarnación de un patrón en los modos modernos: conocimiento inicial, luego sexo, luego amistad y finalmente amor. No teníamos por qué hacer este viaje convencional a la misma velocidad. Solo se necesitaba paciencia.

Me había llevado todos mis años de la veintena aprender de las mujeres que en las peleas encarnizadas no es necesario responder a lo último que se ha dicho. Que, en general, es mejor no hacerlo. En los movimientos de ataque, no utilizar ni el alfil ni la torre. La lógica y las líneas rectas, descartadas. Lo mejor es confiar en los caballos.