«para mí que hueles a droga cara —me dijo—, debes saber amarga toda» y yo me le pegué más, mi bomba rica, ahí namás, alma doliente vagando a solas en playa sola, así soy yo, «a mar es a lo que huelo», le susurré en cada oreja como si fuesen conchas, y él se quedó tan callado, aspirándome, le hubiera provocado tenderse boca arriba en las olas de mis aguas