¿Es el poder, entonces —dijo Vivaldi—, la prueba infalible de la justicia? ¿Es moral obedecer cuando lo que se manda es ilícito? El mundo entero tiene derecho a la fortaleza, a la fortaleza activa de los que, como vos, se hallan situados entre la alternativa de refrendar una injusticia con su aquiescencia, o impedirla con su resistencia. ¡Ojalá vuestro corazón se expandiera hacia ese mundo, reverendo padre!