su vez, la novela de crímenes tiene una manera deprimente de ocuparse de sus asuntos, resolver sus propios problemas y responder a sus propias preguntas. No deja nada que discutir, excepto si estaba lo bastante bien escrita para ser buena ficción; y de todos modos, la gente que compra el medio millón de ejemplares no sabe nada de eso. Ya es bastante difícil detectar calidad en la escritura, incluso para los que se dedican profesionalmente a ello, sin distraerse con las preventas.