Vestiges of the Natural History of Creation, publicado en Edimburgo en 1844, todavía se debatía acaloradamente a ambos lados del Atlántico. De manera escandalosa, el libro aportaba un nuevo relato del origen y evolución del sistema solar, el sol, la tierra, y la humanidad como resultado de la ley natural uniforme, sin intervención divina. ¿Era el autor anónimo un radical, un excéntrico o un respetable hombre de ciencia? Nadie lo sabía con certeza.