Pues aprende a tragarte el orgullo cuando te llamen cobarde y no estés en disposición de devolver la humillación. No la olvides, muchacho, guarda el insulto recibido en tu interior y acarícialo durante días, semanas, meses o años si es preciso. Para que no se diluya con el tiempo, para que te duela como el primer día en el que te lo dijeron, pero espera al momento adecuado, al día perfecto para devolver la humillación pero no con otro insulto, sino con sangre, con un golpe certero y mortal que, simplemente, aniquile a tu enemigo.