Bård Borch Michalsen

Cuando las personas a las que te dirigís no pueden devolverte más que una confirmación o una negación respecto a haber entendido lo que les estabas diciendo no se puede decir que haya habido comunicación.

¿Y qué hacer con todo aquello que había aprendido en la infancia? ¿Qué hacer con esa identidad tan clara y aún secreta para el mundo?

cuando le escribimos a alguien que no nos conoce, nosotros y el texto tenemos la misma importancia.

Pablo Picasso, cuyo principio creativo era: “Aprendé las reglas como un profesional, para poder romperlas como un artista”.

La pregunta más importante sería: “¿Las reglas contribuyen a la buena comunicación o no?”.

En su libro Sapiens, Yuval Noah Harari enfatiza el hecho de que la capacidad de hablar sobre lo que no existe para nuestros sentidos físicos fue lo que hizo de nuestro lenguaje una característica única: “Hasta donde sabemos, los sapiens pueden hablar de todo tipo de conceptos que nunca han visto, tocado ni olido”.

De acuerdo con el sociólogo especializado en medios Manuel Castells, el alfabeto constituye la infraestructura indispensable para la comunicación acumulativa basada en el conocimiento, al tiempo que es la base de la filosofía y la ciencia occidentales.

En su libro Oralidad y escritura, da cuenta que fue este alfabeto el que le brindó a la cultura griega una ventaja significativa en la Antigüedad.

sistema de lenguaje en el que cada individuo se manejara con sus propias reglas ortográficas, gramaticales y de puntuación habría obstaculizado ese desarrollo tal como lo conocemos en la actualidad.

En ese momento, escribir no era una actividad independiente y rentable, con identidad propia, sino apenas un registro de lo oral utilizado en poesía, debates o diálogos.