Stefan Zweig

Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.

En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que fue siempre la tuya desde la primera hasta la última hora. No te inquietes por mis palabras; una muerta ya no quiere nada, no quiere ni amor ni compasión ni consuelo. Sólo quiero una cosa de ti, que creas todo lo que te confiesa mi dolor, un dolor que sólo busca amparo en ti. Lo único que te pido es eso, que creas todo lo que te cuento: uno no miente en la hora de la muerte de su único hijo

me he despojado de todas las raíces,

aprendido a conciencia a no llorar las cosas perdidas

aquel mundo de seguridad fue un castillo de naipes. Sin embargo, mis padres vivieron en él como en una casa de piedra.

cada nuevo día que amanece ante la ventana puede hacer trizas nuestra vida!

quien trata de expulsar de su conciencia los impulsos naturales en realidad no los suprime, sino que los desplaza peligrosamente al subconsciente,

cuanto más quiero a alguien, más respeto su tiempo.

un hombre llamado por el destino a servir de guía a millones de seres.

todo lo que se hace con espíritu de sacrificio no es en vano.