Tomás Downey

Con la mano quemada, escribo sobre la naturaleza del fuego.

Con la mano quemada, escribo sobre la naturaleza del fuego

Debes hablar con tu esposo. Debes enterrar a esta bebé. En poco tiempo, nadie hablará de ella. Eso es bueno. Las cosas no pierden importancia porque se las deje atrás.

Poco después, la conmoción terminada, el lago se depuró; rechazó los secretos, no guardó nada.

La mujer estaba de pie junto a la ventana con las cortinas abiertas, observaba una pequeña manada de venados que se habían reunido en el jardín, temerarios, cerca de la casona; la miraban fijo, los ojos reflejaban el brillo de la luz de su habitación.