Jaime Blasco Castiñeira

A veces la literatura de ficción te permite enfrentarte al veneno del mundo sin sucumbir a él.

La gente que lee y que ama los libros forma una hermandad

Me pregunto qué tipo de persona habría sido yo sin esas estanterías, sin esas personas y sin esos lugares, sin libros.

aspirar a escribir como Tolkien habría sido para mí como aspirar a florecer como un cerezo o trepar un árbol como una ardilla o transformarme en la lluvia de una tempestad

La tarea del creador consiste en explotar. La del crítico, en pasearse por el lugar donde ha caído la bomba, recoger la metralla e intentar averiguar qué tipo de explosión se ha producido, calcular el número de bajas, valorar el daño que se pretendía hacer y hasta qué punto se ha logrado el objetivo

El milagro de la prosa es este: comienza con las palabras.

Lo que nosotros, en cuanto escritores, le ofrecemos al lector no es una historia. No le ofrecemos personajes ni lugares ni emociones. Lo que le ofrecemos al lector es un código elemental, un modelo aproximado, unos planos arquitectónicos bastante vagos que él utiliza para construir el libro por sí mismo.

Si dos lectores quisieran leer el mismo libro no podrían hacerlo, porque cada lector construye el libro en colaboración con el autor

Llevamos mucho tiempo contándonos historias de alteridad, de vida más allá de la muerte; historias que ponen la carne de gallina y hacen que las sombras se vuelvan más profundas; y, lo que es más importante, que nos recuerdan que estamos vivos y que hay algo especial, algo único y extraordinario, en nuestra condición de seres vivos.

Los que nos dedicamos a contar historias sabemos que nuestro oficio consiste en mentir. Pero son mentiras buenas, que dicen verdades, y nuestros lectores se merecen que las construyamos lo mejor que podamos. Porque en algún lugar, ahí fuera, hay alguien que necesita esa historia. Alguien que crecerá con un paisaje diferente, que sin esa historia sería una persona diferente. Y que con esa historia puede tener esperanza o sabiduría o amabilidad o consuelo.

Y por eso escribimos.