Los atacotes, los Athach Tuatha en gaélico, «los sometidos», un oscuro pueblo vasallo de las tribus gaélicas irlandesas que en la segunda mitad del siglo III se había alzado contra sus dominadores y huido al sur de Caledonia (sur de Escocia) y que mantenía costumbres tan salvajes como la antropofagia ritual y la posesión en común de las mujeres, se había aliado con los pictos, tan fieros como ellos y famosos por cubrir sus rostros y cuerpos con intrincados tatuajes azules, así como con los gaélicos escotos de Hibernia. La confederación norteña desbordó el Muro de Adriano y, en connivencia o no, con los piratas francos y sajones del norte de Germania, puso en jaque al ejército romano desplegado en Britania.