José Soto Chica

  • Josmary Pirelaje citiralaпре 2 године
    Llovía. Agua fría en un atardecer de acero. Agua mezclada con sangre. El caos y la tormenta. La desesperación y la destrucción de un ejército.
  • Josmary Pirelaje citiralaпре 2 године
    Gritos. Muerte. Sangre. Lluvia. Se abren paso a fuerza de lanza y espada.
  • Josmary Pirelaje citiralaпре 2 године
    «Somos hijos de un Dios furioso. Un Dios que habita en una espada», recuerda las palabras de su padre.
  • Josmary Pirelaje citiralaпре 2 године
    —Lo hemos cambiado todo, Valtario —dice al fin el rey.

    —¿Cambiado?

    —Sí, ahora son ellos los que tienen miedo. El tiempo de los romanos ha terminado. Ahora es nuestro tiempo. Ahora decido yo: decido si asaltar esas murallas o seguir hasta Malaca; decido si deben morir o vivir; decido si hago cautivos o no. Ellos pasan miedo; nosotros cobramos vidas y botín.
  • Carlos Vasquezje citiraoпре 2 године
    Ya señalé otras dos cuestiones fundamentales: el cada vez mayor desapego de las élites hacia el poder central y el acaparamiento de poder en manos de un solo alto mando del ejército occidental: el magister peditum in praesentis.
  • Carlos Vasquezje citiraoпре 2 године
    En todos los casos anteriores se demostró la realidad más contundente y menos visible del Imperio romano: que, en última instancia, dependía de la buena voluntad y colaboración de las élites regionales y locales para poder controlar y gobernar de forma efectiva un territorio tan extenso.
  • Carlos Vasquezje citiraoпре 2 године
    ¿Por qué esta exagerada tendencia de las élites romanas del siglo IV a la rebelión y a la guerra civil? Pues porque en un Estado imperial en donde la sucesión no estaba ni reglada, ni pactada, y en donde el acceso al poder estaba por completo sujeto a la voluntad del emperador, cualquier cambio en la jefatura del Imperio traía consigo no solo peligros, sino también nuevas oportunidades. La insaciable búsqueda de estas últimas era un peligroso motor de cambio.
  • Carlos Vasquezje citiraoпре 2 године
    Como veremos más adelante, Oriente fue capaz de dotarse de una organización y de una estabilidad política que limitaron el ansia de oportunidades de sus élites militares y civiles, mientras que Occidente no pudo detener, sino todo lo contrario, el retumbar de los cornos de la guerra civil.
  • Carlos Vasquezje citiraoпре 2 године
    Los atacotes, los Athach Tuatha en gaélico, «los sometidos», un oscuro pueblo vasallo de las tribus gaélicas irlandesas que en la segunda mitad del siglo III se había alzado contra sus dominadores y huido al sur de Caledonia (sur de Escocia) y que mantenía costumbres tan salvajes como la antropofagia ritual y la posesión en común de las mujeres, se había aliado con los pictos, tan fieros como ellos y famosos por cubrir sus rostros y cuerpos con intrincados tatuajes azules, así como con los gaélicos escotos de Hibernia. La confederación norteña desbordó el Muro de Adriano y, en connivencia o no, con los piratas francos y sajones del norte de Germania, puso en jaque al ejército romano desplegado en Britania.
  • Carlos Vasquezje citiraoпре 2 године
    Así que mientras que en el Occidente dividido entre Máximo y Valentiniano II ninguno de ellos lograba ligar a sus intereses el apoyo ni de las élites, ni del pueblo, ni del partido religioso hegemónico, Teodosio sí lo conseguía y con ello se fortalecía enormemente frente a sus «colegas y rivales».
fb2epub
Prevucite i otpustite datoteke (ne više od 5 odjednom)