La joven María Casares es una mezcla de vulnerabilidad y sensualidad animal. Inquieta, recelosa, trata de dominar todo lo que se cruza en su camino, situaciones, dificultades, registros de lengua, textos, papeles, hombres, mujeres, olas, como se lanza contra el oleaje en Camaret, como desafía la rompiente, la corriente, nadando hasta el agotamiento, muchas veces a punto de ahogarse. Prefiere enfrentarse a esquivar, pues hace mucho aprendió que la mejor defensa es el ataque.