Con muy pocas excepciones, lo que la literatura celebraba era la marcha o expulsión del hombre blanco, con la esperanza implícita de que el hombre negro que lo sustituyera, por la virtud que le daba el hecho de ser negro, corregiría los errores y curaría las heridas de siglos de esclavitud y colonialismo. ¿Hay clases sociales en África? «¡No!», respondían los políticos nacionalistas, y los escritores parecían imitarlos, incapaces de ver la lucha de clases, aún débil, pero ya presente en aquella África