La vida, desde luego, nunca se entiende del todo. Diría que la vida no tiene sentido, o tiene el sentido que le demos o estemos en disposición de recibir. El sentido de la vida consiste en encontrarle –asignarle– sentido a la vida. En un poema pasa algo similar: no es que no importe el sentido; el sentido importa tanto que se buscan distintos medios para ampliarlo, para multiplicarlo, para permitirle que sea fluctuante y contradictorio, para liberarlo de los prejuicios e intenciones de lectores y autores, para fomentar su existencia y su circulación incluso fuera del lenguaje.