En suma, relatos en los que todo lo que pudiera verificarse en una investigación policial o biográfica —¡lo que a menudo viene a ser lo mismo!— se revelaría exacto. Pero el término de «relato autobiográfico» no me satisface porque es insuficiente. Subraya un aspecto ciertamente fundamental, una postura de escritura y de lectura radicalmente opuesta a la del novelista, pero no dice nada sobre el alcance del texto, sobre su construcción. Peor aún, impone una imagen reductora: «El autor habla de sí mismo». Al contrario: El lugar, Una mujer, La vergüenza y, en particular, El acontecimiento son menos autobiográficos que autosociobiográficos. Y Pura pasión, La ocupación son análisis en modo impersonal de pasiones personales. De manera general, los textos de este segundo periodo son, ante todo, «exploraciones» donde no se trata tanto de decir el «yo» o de «reencontrarlo», sino de perderlo en una realidad más vasta, una cultura, una condición, un dolor, etcétera. En comparación con la forma más novelística de mis inicios, tengo la impresión de una inmensa y, naturalmente, terrible libertad. Se me despejó el horizonte a la vez que rechazaba la ficción, se me abrieron todas las posibilidades formales.