Virginia Woolf es sin duda alguna quien mejor entendió la condición de las mujeres, obligadas a vivir en una tensión permanente entre lo de dentro y lo de fuera. Se les niega, a la vez, el confort y la intimidad de una habitación propia, y la amplitud del mundo exterior donde codearse con los demás y vivir aventuras. La cuestión femenina es espacial. La dominación de la que son objeto las mujeres no se entiende sin estudiar su geografía, sin evaluar los imperativos impuestos a sus cuerpos a través de la vestimenta, los lugares, la mirada de los otros.